El sol estaba sobre nosotros, mi padre y yo decidimos tener nuestro día juntos en la montaña, mi padre que es un dragón rojo llamado Firegron que se encontraba acostado y con sus ojos cerrados bajo la sombra de un gran árbol, el árbol más grande y viejo de toda la montaña y yo me estaba acostada contra el costado de mi padre con una capa que cubria que cubria principalmente mi rostro. Yo alce mi mano por un momento como si quisiera al cansar las hojas del árbol mientras que los rayos del sol caian sobre la gema roja que colgaba en mi cuello, baje cuando un pequeño conejo estaba correteando por allí, lo llame moviendo mi mano y este se me acerco…lo tome con delicadeza para alzar entre mis brazos y abrazarlo como su fuera un bebe acariciando su pequeña cabeza blanca.
- Padre, cuando me encontraste cuando pequeña…porque decidiste tomarme como tu hija y no devorarme –pregunto sin retirar la vista del pequeño animal y sin dejar de acariciarlo
- Porque de alguna forma en el instante en que tus ojos tristes y llenos de lagrimas, me encariñe contigo y sentí la necesidad de adoptarte –me hablo con mucha tranquilidad, esa tranquilidad que lo caracteriza entre los demás dragones
- Jee…así que fue por eso –reí un poco entre dientes muy feliz- arigato padre –le agradecí desde lo más profundo de mi corazón porque si no me hubiera encontrado cuando me abandonaron en el bosque habría muerto