De nuevo era un día soleado con el cielo despejado, de nuevo yo estaba dentro de la cuidad curioseando el lugar…y mi dragón Daia estaba a unos kilómetros en un sitio donde no descubrirían su presencia. Yo llevaba puesta mi ropa de siempre, mis armas ocultas bajo mi falda y una capa negra sobre mí que ocultaba mi cuerpo más una capucha sobre mi cabeza que impedía ver mi rostro a cualquiera, yo caminaba tranquilamente mirando de un lugar a otro sin levantar sospechas, hacia esto para ver todos los edificios para mí y para Daia quien veía todo a través de mis ojos, llegue hasta La plaza de las mil fuentes que así llaman este lugar los humanos, me quede parada observando el bello lugar, realmente era tranquilo y esto me gustaba, pero me gustaría más si no estuviera infestado de humanos...no le vi mucha importancia a este detalle, solo seguí disfrutando de mi estancia allí.